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RefleCine

18.7.05

Wainstein original-mente

El sábado, después de chequear el horario en la agenda de Página 12, salimos entusiasmados para ver la obra Somos nuestros genes. Corrimos pensando que llegábamos tarde pero, a veces, los diarios publican cualquier cosa. Esa noche no había función.
¿Entonces? Vagamos por la calle Corrientes. Hacía frío y los tórtolos caminaban de la mano. Las mujeres se pavoneaban con sus peinados punk y los hombres discutían en los cafés. El Paseo La Plaza, el Vitral, el Astro y, por fin, el Centro Cultural de la Cooperación. Un unipersonal de Diego Wainstein, stand up y humor judío. “Te parece un unipersonal, hay que sostenerse más de una hora mirando a un tipo solo”. “Bueno, dame dos”, indiqué.


Ahí estábamos, sentados en mesitas tomando un vino tinto otra vez. Con un humor americano, apareció Diego Wainstein y sus monólogos causaron buena impresión de inmediato. El público parecía amable y hasta logró aplausos en los mejores chistes.

“Yo soy el amigo judío de mucha gente”, señaló para empezar un bloque sobre la historia de la humanidad, donde pasó de Adán y Eva a Edipo, de Aquiles a George Bush, y Moisés a Parkinson.

“Somos un pueblo optimista, tanto que después de 5765 años seguimos esperando al Mesías”, comentó Wainstein. Con un estilo ágil que, por momentos, recuerda a Petinatto -aunque con más muletillas-, el cómico logró la atención y los aplausos durante más de una hora.

- Cuando era chico me creía todo lo que me decían. Un amigo José me confesó que su papá era Papá Noel -porque a pesar de ser judíos festejábamos la Navidad- entonces llegué a casa y le dije a mi viejo: “papá, sé todo lo de Papá Noel… ya sé que es el papá de José”. Mi viejo aseguró que era él. Entonces, lo miré y le dije: “es muy feo eso que haces; yo sé que ser el Ratón Perez es difícil pero es feo envidiar el trabajo de los demás”.

Es importante recordar que el stand up no está muy instalado en Argentina como si sucede en Estados Unidos, Holanda e Inglaterra. A pesar del éxito en España del cómico, recién aparecen las primeras incursiones en el género, aunque recuerda a Tato Bores, Pinti, entre otros. Wainstein se mete en el ámbito político e incursiona en el musical sin tanto éxito como sus monólogos sobre las cuestiones cotidianas del ser padre, la primera vez en un consultorio con un proctólogo y una conversación informal con Dios, nada menos.

Si quieren ir todos los sábados hasta septiembre a las 22, en el Centro Cultural de la Cooperación. (VB)



 
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