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RefleCine

24.11.05

Una historia violenta

Mientras las oscuras calles del Abasto se iban llenando de turistas extranjeros deseosos de aprender a bailar tango y compradores distraídos paseaban por el “choppin”, entramos con nuestros tickets en la mano a cada sala del complejo preguntando: “¿¡es etá!?” a lo que respondían un rotundo no. Y como en las leyes de Murphy, lo que uno busca siempre está al final, no al fondo a la derecha sino un poco más acá.

Allí, estaba Jimena, después de casi cuatro años de no ir al cine, con expectativas y ansias de volver a Baires. Con su fanatismo loco por el cine concordó con Fabio en que Una historia violenta de David Cronenberg, maestro del terror y de las historias de deformación física como La mosca, sería una buena película para volver a las salas. Ahí estaba yo sentada con un loco a cada lado.

Por fin, la película. Un pacífico propietario de restaurante en un pueblo estadounidense se revela como un héroe capaz de ejercer extraordinaria violencia durante un asalto armado a su negocio. La súbita fama que trae el incidente al protagonista atrae más violencia a su vida y genera dudas en su esposa sobre el pasado del hombre con quien ha compartido tantos años.


Pueden decir que el thriller muestra la rudeza que subyace en la sociedad americana, el impulso de defender a los tuyos y los misterios de las relaciones amorosas maduras, pero creo que no tiene tantas vueltas. El filme es una adaptación de un cómic para adultos que pertenece a la misma serie editorial de la cual surgió la historia que inspiró Camino a la perdición.

“¿Qué e’ ficción, qué e’ realidad?”, preguntaba Fabi, recordando a Day tripper, mientras Jimena le recomendaba a Viggo: “porque no matas al de iluminación y fotografía”. El director de Crash o Pacto de amor, le da una oportunidad al protagonista Viggo Mortensen de lucirse más que en el rol de Aragorn que le diera fama en la trilogía de El Señor de los Anillos. Pero tampoco se imaginen que se luce tanto.

Algo de sexo heavy en una escalera, unas escenas donde revienta un par de cabezas y termina con la camisa salpicada de sangre. Pero, afortunadamente, siempre se vuelve al dulce hogar para una cena en familia. Nosotros también fuimos a casa y comimos nuestras milanesas con ensalada después rezar nuestras plegarias. (VB)

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