Incendio en mi cabeza

Al día siguiente, cuando volvíamos de comer, vimos de lejos como salía humo del edificio donde trabajábamos. No podíamos creer lo que estábamos viendo. La mente nos carcomía por el hecho de haberlo pensado un día antes. No había nada que temer, sólo nosotros sabíamos de aquel plan ficticio que se nos ocurrió, sin embargo, nos sentíamos culpables. Nos fuimos lentamente del lugar para dejar trabajar a los bomberos y a la policía. Al parecer había muchos heridos, y la situación no estaba todavía controlada. Mi compañero ofreció llevarme en auto hasta la parada del colectivo, eran sólo cuatro cuadras, pero acepté. Cuando llegamos a la parada, lo saludé y baje, al cerrar la puerta vi una pequeña lata de kerosén tirada en el piso justo detrás del asiento del acompañante.
Me sorprendí pero no dije nada. Sólo caminé rápidamente de nuevo hacia mi oficina, tenía que contarle a la policía lo que había visto y sabía. Cuando llegué, fui detenido inmediatamente, delatado por mi compañero, que se me había adelantado. El les contó como un día antes había planificado todo, comprado la lata de kerosén y como lo había amenazado para que guardará el secreto. Así que, ya ven, nunca confíen en un compañero de oficina. (CB, con la autoría intelectual de EG)
1 Comments:
muy bueno
By
Chica eléctrica, at 3/11/05 17:09
Publicar un comentario
<< Home