Saramago siempre estuvo cerca

Los premios Nobel son especie de chamanes de las sociedades modernas, personas de culto, casi sagradas. En 1998, el Tato me prestó El evangelio según Jesucristo de José Saramago, un libro obligado para los no creyentes ya que los que creen tienen su versión irrefutable. Más tarde en una especie de retiro espiritual en Lindo Lugar, Córdoba, me devoré Ensayo sobre la ceguera. Quedé impresionada, como muchos, por la capacidad del autor portugués para captar la esencia femenina del personaje principal. En la obra, Saramago advierte sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron".

Anoche, en la entrega de Premios de la Novela Clarín lo único que esperaba era conocerlo. Lo busqué con la mirada pero nada. Me indicaron que estaba a unos pocos pasos. Así, con la sencillez que lo caracteriza, habló sobre el concurso de Clarín-Alfaguara y la cantidad sorprendente de escritores participantes.

La narradora bonaerense Claudia Piñeiro (foto) ganó el Premio Clarín de Novela 2005 por su obra Las viudas de los jueves, una historia de tono policial ambientada en un barrio privado.

"Se trata de una novela ágil, con un lenguaje adecuado al tema, un análisis implacable de un microcosmos social en acelerado proceso de decadencia", señaló Saramago. Por su parte, la periodista y escritora Rosa Montero indicó "una novela coral, sólida y solvente, con un agudísimo retrato psicológico y social, no sólo de la Argentina de hoy sino del mundo acomodado occidental."

Para el autor argentino de Rosa en Miami, Eduardo Belgrano Rawson la obra es "una historia atrapante, de ritmo cinematográfico, sobre una clase social a la cual desnuda con la contundencia de un golpe en el estómago."
Quizás el momento más extraño de la velada fue la pregunta de un fanático loco en el hall del Malba:“en una entrevista usted dijo que era un comunista hormonal, ¿a qué se refería?”. Sorprendido y tambaleante, Saramago respondió “así como usted tiene barba, yo tengo hormonas y las mías son comunistas”. (VB)