Madagascar: la salvaje libertad

El viernes tuvimos una salida especial. Fuimos al cine con mis sobrinos Facundo y Matías. Justo antes de empezar las vacaciones de inviernos, los tíos decidieron cumplir una vieja promesa de llevar a los sobrinos al cine. Una excelente excusa para disfrutar de una película para chicos sin que nadie nos mire como vejetes. “Vengo por los chicos, viste”. Los papás entraron a ver otra película El señor y la señora Smith con Anahí.

Así, con Pochoclín en la gran pantalla empezaron las preguntas de Mati: “¿cuándo empieza la película?” Se daban cuenta que los 20 minutos de avances de otras películas es una exageración. Facu se había levantado a las seis de la mañana pero después de una siesta en la camioneta estaba como nuevo y sin bostezar se bancó la espera.

Dreamworks continúa con la línea de Shrek y El espantatiburones, en Madagascar se acerca una película infantil a un público adulto pero sin tanto éxito para los mayores. La cinta reúne a un león narcisista, una cebra con conflictos internos, una jirafa hipocondríaca y una hipopótama sosita como protagonistas de un viaje al lado más salvaje, dejando atrás sus cómodos aposentos en la jungla de Manhattan.

Los personajes, la música, el zoológico como un lugar placentero, la llegada a la terrible selva construyen una trama divertida para los más chiquitos. La historia plantea que hay más libertad y diversión en el zoo de Manhattan que en la dura selva de Madagascar donde los animales se vuelven realmente salvajes. Los chicos no dejaban de reírse y nosotros nos reíamos de cómo se reían ellos. Salimos del cine cantando al ritmo de “quiero subir al bote, quiero subir al bote”. (VB)