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RefleCine

21.11.05

Baldosa

La piedra caliza infectada por zapatos y pisadas inacabables aguanta el sufrimiento. ¡Es tan dócil! Su ánimo de camino se confunde con su estatismo pueril y adormecido mientras la noche la baña en lunas llenas y menguantes. Los días de plata ya fueron, ahora es una más en la acera al lado de otra y otra que no eligió estar junto a ellas. Chicos de rayuela diurna no la pisan, la evitan, la dejan libre.

Sus límites complican a transeúntes obsesivos que siguen sus mareos para evitar sus líneas. Raspando excrementos que disfrazan su pesar de sociedad enferma.

Estuvo alguna vez mirando soles y montañas y valles. Hoy mira por entre las piernas de mujeres de polleras afloradas inquietas porque las vean mostrar sus mares. Entusiasmo de piedra y riñones que muerden el suelo clandestino.

Y la lluvia la baña, la afloja para pervertir su función y ahora ensuciar al transeúnte que alguna vez se aprovecho de ella. Una venganza secreta que justifica sus débiles respuestas espontáneas a lo injustificado.

Lo curvo no existe. El cuadrado matemático habla por hablar y estructura el todo urbano. Como unidad básica de la sociedad, la baldosa, se asienta y sabe que un temblor la inutiliza, la gente que no levanta los pies para caminar la arrastra, las mujeres con tacos la apuñalan y sangra polvo y agua o lodo.

Ve huir y cambiar y saltar, pero se queda paralizada en espasmos orgásmicos interestelares superfluos. ¿Qué sabe ella de distancias?, si el cordón está lo más lejos que se puede estar cuando uno es inerte. (CB)

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