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RefleCine

24.8.05

Cadena

Nada se compara a una buena respuesta espontanea en el momento justo. El Comandante en Jefe del Ejército llamó al General Mayor y le dijo que atacará aquel país lejano. Las tácticas ya se habían planificado semanas atrás, sólo se esperaba la orden y ese momento había llegado. Este, a su vez, diseminó la decisión al Teniente Coronel, quien inmediatamente mandó a llamar a los Mayores, que les explicaron a los Capitanes la situación. Estos dieron la resolución a los Tenientes primeros, y estos a los Tenientes, que justo estaban comiendo rosquillas con sus inferiores directos. Los Subtenientes hablaron con los Sargentos primeros muy amistosamente y estos con los Sargentos que desplegaron la orden por última vez hacia los cabos o soldados rasos.

Pero algo sucedió en ésta etapa. Estos últimos orejones del tarro dijeron que no estaban de acuerdo con la orden, sin ninguna razón específica, simplemente la negativa surgió instintivamente de cada uno de ellos. Cuan larga fue la cadena para desligarse del problema y dejárselo todo a los soldados que se negaban a accionar. Ahora la disposición iba en sentido inverso, por primera vez en la historia personas de rango superior recibían órdenes de otros con cargos inferiores. Y así fue como cada cual, absorto por lo que tenía que comunicar, iba llamando a sus superiores, devenidos inferiores. La inversa cadena de mando finalmente llegó al Presidente, quien gritó desaforado, pegó un portazo y lloró por estar solo en la base de la pirámide. Entonces decidió que no tenía ningún sentido ir a la guerra y sólo pidió un favor: que lo dejaran ser parte de aquella masa espontanea que dijo "no". (CB)

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