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RefleCine

7.9.05

Un caballero en el colectivo

A veces, la belleza de las formas se presenta en los seres más extraños de la ciudad. Anoche cuando salía de la facultad, tomé el 26 para llegar a casa. Un señor con moño y sombrero de ala ancha me invitó con un gesto gentil a sentarme a su lado. Algo lo hacía interesante. Su dandismo, su estilo y sus modales lo convirtieron en alguien totalmente irresistible. Como Dorian Gray, se movía con gestos apasionados en la ciudad tratando de embellecer cada momento. Y, un impulso incontrolable me llevó a iniciar la conversación.
- ¿Tiene una fiesta?
- No, ¿Por qué lo dice?, contestó. Mi falta de criterios para iniciar una conversación es una de mis debilidades.
- Porque está muy elegante.
- Que atrevida –me dijo, creí que se había enojado pero continúo- Yo “soy” elegante, no estoy. No cualquiera lleva un frac con elegancia. La postura le cambia a uno, porque por delante te llega hasta la cintura y por detrás tiene esos faldones largos. Hay que sentarse con eso…
- ¿Y el smoking?
- Y es otra cosa. Es de etiqueta, pero mucho menos elegante que el frac. A mi por más que me digan que se usa sin chalequín y con faja, te puedo asegurar que queda mucho mejor con chalequín.
- ¿Ahora, no le da calor ese moño y el sobretodo?
- Sí, un poco. ¿Pero, sabés cuál es la prenda masculina realmente difícil de llevar? La capa.
- ¿No hace mucho calor para usar capa en Argentina?
- Claro que sí. A mi, me la regalaron en Rusia
A esta altura pensé que el señor elegante era sastre, tal vez, de alguna casa de muy alta costura. ¿Qué hacía en ese colectivo? Con cada persona que ingresaba al colectivo, el caballero se paraba y ofrecía su asiento.
- Por mi profesión tuve que viajar mucho. Soy matemático. Viaje bastante pero siempre en barco, no me subo a un avión ni loco.
- ¿Se fue a Rusia en barco?
- Sí, en un petrolero vacío. Sabés lo peligroso que es eso. Porque cuando está descargado se llena de gas. Puede explotar en cualquier momento.
- Eso es más peligroso que cualquier avión…
- Claro que sí. Pero cuando uno tiene miedo no es fácil enfrentar sus temores. Además, detrás de todas las cosas exquisitas de la vida hay algo trágico.

Había algo terriblemente cautivador en el viejo. Tal vez su exactitud casi matemática para percibir a todos los que ingresaban al colectivo. Para él, no existía otra actividad parecida al viajar. Proyectar el alma sobre una forma agradable, detenerse un momento y deslizarse por las calles porteñas.

Al emitir sus ideas, un eco parecía envolverlo en una música suave, transmitía a otro la propia sensibilidad como si se tratase de un fluido sutil o de un extraño perfume. ¿Es probable que se hubiera vestido tan elegante sólo para viajar en colectivo?
(VB)


La foto que ilustra la anécdota es de Natalia Rubinstein.


 
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