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RefleCine

1.8.05

Auto

La felicidad de ir en el auto al lado de tu chico que maneja, vos sentada ahí con los brazos detrás de la nuca y un suspiro de alegría. Lo mirás, te quedás ahí por un instante como entumecida pero cada músculo está lleno de satisfacción. La posesión que denota tu cara no se borra fácilmente. Todo es perfecto, encaja como última pieza del rompecabezas. Lo hermoso de cruzar los campos y saber que todos los destinos se juntaron para darte lo que merecías. Flotás en el aire, estás liviana, los colores se impregnan en tu retina con más fuerza, nada ha sido así nunca jamás en ningún otro momento del universo. Girás la cabeza, él sigue ahí atento al camino, te lleva, lo llevás.
Cerrás los ojos, el aire entra suave en tus pulmones, el corazón late a la velocidad justa. Sentís tu piel erizada de placer.
Y abrís los ojos. La sensación mínima de inseguridad te atrapa, de perderlo todo. El estomago gruñe, la cabeza comienza a irse por ahí. Todos los colores se opacan, el camino se llena de niebla, el asiento se vuelve repentinamente muy incomodo. Lo horrible de tu pequeño momento de vida perfecta te atrapa y no te suelta. Él sigue ahí pero es un extraño, no es quien era, vos te mirás por el espejo retrovisor lateral y ves lo que no querés ver. El aire raspa tus entrañas al respirar, sentís frío. Debés salir de allí ahora mismo. Tenés que conservar este momento único para que no se pierda. La mano en el volante ajeno. El auto descontrolado. El árbol al costado del camino. (CB)

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