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RefleCine

27.9.05

Todo lo verde que se extiende mi amor

“Me gusta eso que se le abra un mundo a la gente aunque no sea explícito lo que se ve; dar indicios o contar por el medio”, señala Viviana Iasparra, bailarina y directora del espectáculo de danza teatro que dio su última función este domingo en el espacio teatral El Kafka.

En “todo lo verde que se extiende mi amor” nada tiene límites claros, ni historia posible que reconstruir. No existe siquiera música donde el espectador pueda descansar, sólo una banda sonora casi metálica, sacude como un viento suave la cotidianeidad feroz de dos amantes.

“Pronto el tiempo dejará de mandar. Envueltos en un cerco de error y de duda, los acontecimientos de ese día, por pequeños que puedan ser, empezarán su trabajo dentro de breves momentos, minando progresivamente el orden ideal e introduciendo, aquí y allá, un desequilibrio, una confusión, un recodo, para llevar a cabo lentamente su obra: un día de principios de verano, sin plan ni dirección. El y ella, cualesquiera, en una casa en la periferia”.

Dos cuerpos en escena casi despejada de elementos. Javier Radrizzani y Viviana giran, bailan o simplemente contemplan la lejanía bajo una tenue luz. El beso más largo del mundo hace que los cuerpos se contorsionen para no separarse. Pero la pasión aparece con otro beso menos largo que conduce a la mujer a un estremecimiento inesperado, orgásmico o, tal vez, a su muerte.

Con tan pocos elementos de referencia, la mirada recae en los movimientos, a veces redundantes, que confunden. Extrañeza frente a un texto totalmente nuevo. Si tuviera la oportunidad de cambiar algún elemento de la obra… tal vez, tendría sentido para mi. Aunque el programa señala a Gabriel Pauk a cargo de la música, no puedo entender como un sonido metálico tiene la categoría de música. Tanta belleza en esos cuerpos y yo sin los elementos suficientes para hacer una lectura más favorable. (VB)


 
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