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RefleCine

23.9.05

El aura

"Lo que no entra en ese orden, lo que no se puede clasificar, lo que sobra, el desperdicio, es lo nuevo.” Piglia, La loca y el relato del crimen.

Es lindo ver la peli de Bielinsky como "un policial negro" o mejor todavía como el "thriller patagónico" y también como el primer largo que poetiza la epilepsia. El relato es inmejorable, la Patagonia sofoca, echa luz, abre, acompaña. Darín, se dice por ahí, es nuestro De Niro y hay una perra (que hace de perro) maravillosa con una mirada tan rara, como casi humana.

El asunto trasunta un robo en el que el taxidermista epiléptico participa, parece que organiza y todo se le complica. Primero, porque no es su plan; segundo, por la epilepsia; y tercero, porque la película se escapa de todos los géneros que se citaron. El relato excluye la comida (excepto Dolores Fonzi mordiendo una manzana), tampoco hay desnudez (excepto unos magullones en la espalda de DF), pero sí hay muchos tiros, matones que llevan las de perder, un prostíbulo, un casino y una cándida niña informante que urbaniza y confrontan con los paisajes densos de coihues, montañas azules y dulces ciervos rojos.

Como los enigmas son varios y se van develando junto con la memoria investigativa del epiléptico Darín (quién es Dietrich, cómo es el plan, qué hace el perro, etc.), no nos importa que del embalsamador no sé sepa ni siquiera su nombre, ese misterio queda intacto, el resto del artificio policial se desarma pero subsiste una sensación de desorden, de misterio, como de aura. (GG)

¡Gracias por tu aporte, Licenciada Graciela Giménez!


 
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