Entelequia: Ojitos bien cerrados

Ese avión viene directamente hacia acá. Hago fuerza para abrir los ojos.
Más fuerza. El tejido de esta realidad se abre. El avión se estira pero no deja de acercarse. Cada vez más fuerte, cada vez más rápido.
Estoy a punto de despertar. ¿Este mal sueño puede matar?
Despertarme de la siesta y que el ruido de la turbina sea sólo un despertador despierto.

“¡Alé, a callar, joder!”, señalo a la española. No una tortilla sino como lo decía la abuela. El vuelo ya es rasante y veo como una niña en los primeros asientos, me saluda por la ventanilla. Debe estar sorprendida por la velocidad, por lo pequeño que se ven los problemas desde el avión. “Despierta de una vez, carajo”, repite.

El cuerpo no se decide a levantarse ni siquiera se da por aludido. Hasta que, finalmente, un ojo se abre y el avión se hace pedazos contra el techo de mi habitación. El otro ojo hace fuerza, parece como pegado. Por suerte, la mano ayuda y el manto de luz enceguece el sueño.
Ahí está la niña enojada zamarreándome: “despertate, repuñetera”.

OBRA“S/T”: Fotografía digital a color, 57 x 70 cm. FLAVIA DA RIN, 2005.
(VB)