Happy, happy, Mr. Allen

Una vez lo secuestraron de chico, su padre se puso inmediatamente en acción: alquiló su habitación. El neurótico de Manhattan, Woody Allen cumple 70 años.

Creció en una familia burguesa bien alimentada, bien vestida e instalada en una cómoda casa. "Mis padres no solían pegarme; lo hicieron sólo en una ocasión. Empezaron en febrero de 1940 y terminaron en mayo de 1943”.

En la escuela, tuvo notas mediocres, no tenía muchos amigos y sus compañeros lo llamaban Red, cosa que no le hacía mucha gracia. En uno de sus shows, contó:
"Un día se presentó Floyd, el energúmeno de la pandilla, un cerebro de vegetal en una chaqueta de cuero y me dijo:
- Eh, Red - y yo, que me dirigía a clases de violín, monté en cólera.
- Mi nombre no es Red. Si quieres llamarme lo haces por mi nombre de pila: señor Allen.
Aquel invierno, lo pasé en una silla de ruedas después de que los médicos me extrajeran el violín. Afortunadamente, no tomaba clases de violonchelo".

Escribe guiones para otros cómicos, es colaborador de programas televisivos y, finalmente, Allen hace sus shows en Duplex con poco éxito. Insiste, se acostumbra al público y construye su personaje de antihéroe con la mordacidad y la ironía para neutralizar su carácter melancólico obsesivo.

En Misterioso asesinato en Manhattan su personaje señala que “me divorcié de mi mujer porque me dejó por otra mujer”. Pero es sabido por todos que la ruptura con Mia Farrow y el inicio de la relación con la hija adoptiva de ella, la coreana Soon-Yi Previn, fue el hecho más escandaloso en su vida.

El director y actor dijo que el sexo entre dos personas es una cosa hermosa; entre cinco es fantástico. Sobre el descubrimiento que realizó Farrow de las fotos de Soon-Yi desnuda en el departamento de ambos, el amante de clarinete aclaró que “fue uno de los acontecimientos fortuitos, uno de los mayores golpes de suerte de mi vida”. (VB)