Fluir
Subimos al colectivo, está vacío. Parada, fila interminable de seres humanos. Completan la capacidad disponible en milisegundos, y siguen subiendo a borbotones. Se acomodan cual piezas de tetris, no queda espacio vacío. Somos claustrofóbicos y gentefóbicos, aire, por favor. Para bajar, es necesario nadar, está densa la masa, lo logramos.En la calle, similar situación. Unos se chocan con otros, no hay espacio para caminar, hay que esquivar, y los bloqueos de acera son frecuentes. Observamos la salida del subte en hora pico y la gente fluye como líquido a presión, como escapándole al que viene atrás.
En el shopping, los pasillos anegados nos invitan a no entrar. ¿De donde sale toda ésta gente?, nos preguntamos. Aunque formamos parte del mare mágnum.
Quizás, a la mañana nos quedamos viendo el fluir del agua por la canilla, o en la pileta cuando vamos a nadar, o cuando alguien sirve líquido en un vaso. Y el agua nos atrapa, nos condiciona. Queremos ser agua, no hay duda. Fluir como ella por los infinitos canales de la vida y nunca detenernos, nunca evaporarnos. Ahogarnos en nosotros mismos. Ocupar inmediatamente todos los lugares vacíos, porqué el agua hace eso, no soporta la ausencia, su ausencia. (CB)

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